As we approach the Fourth of July, a day traditionally celebrated with fireworks, barbecues, and parades, it is crucial to reflect on the broader and often overlooked aspects of American history. While the Declaration of Independence declared “that all men are created equal,” the subsequent laws did not apply to Black or Native Americans, nor women. This inherent contradiction has left a lasting impact on many Americans, prompting a deeper contemplation of what independence truly means.
The Fourth of July is often seen as a time to celebrate democracy and the “greatest political experiment ever tried.” However, for many, it is also a day to question whether the country is fulfilling the promise of its founding for everyone. As Daisee Francour (Oneida) notes, “Independence Day, a United States federal holiday, commemorates the day the Second Continental Congress unanimously adopted the Declaration of Independence of the United States on July 4, 1776. While the United States and its settlers claimed its independence from Great Britain, this came at a cost to others, including this land’s Indigenous Peoples and Africans who were stolen from their own homelands and forced into slavery.”
The pursuit of independence and subsequent expansion of the United States led to the systematic displacement and attempted cultural erasure of Indigenous peoples. Events like the Trail of Tears forcibly removed thousands of Native Americans from their ancestral lands, leading to significant loss of life and culture. These removals were part of a broader strategy to assimilate Indigenous peoples into American society, often at the expense of their cultural practices and identities.
Indigenous health and well-being are intricately tied to relational perspectives on the natural world, traditional healthy foods, and passing on cultural practices. Subsistence is not just about hunting, fishing, and gathering food but also about spirituality, stewardship, and maintaining a way of life. Subsistence practices give younger generations grounding in their culture, which is protective and promotes overall well-being (Gordon, Around Him, & Jordan, 2022).
Federal Indian Law, an extensive body of case law, statutes, and policies, legalizes past and present colonization and genocidal practices. It is directly tied to health disparities as a structural determinant of health through the termination of Tribes as they historically existed, hyperregulation of Indigenous Peoples and citizenship, and the removal of Indigenous ownership and access to ancestral lands and waters. Addressing the harm caused by Federal Indian Law is essential to stopping the ongoing genocide of Indigenous Peoples in the United States (Gordon, Around Him, & Jordan, 2022).
Until the harm caused by Federal Indian Law is addressed, it will continue the genocide of Indigenous Peoples in the United States and its territories. From 1492 to now, it is estimated that 13 million Indigenous people have died on present-day U.S. lands. Raphael Lemkin, who coined the term “genocide,” defined it as a coordinated plan of actions aiming at the destruction of essential foundations of the life of national groups, including culture, language, national feelings, religion, and economic existence (Gordon, Around Him, & Jordan, 2022.
Federal policies that diminish Indigenous sovereignty and self-determination create health inequities for Indigenous children, families, and communities. Self-determination is a fundamental human right outlined in the United Nations Declaration on the Rights of Indigenous Peoples. Without it, no other human right can be secured (Gordon, Around Him, & Jordan, 2022).
For some, Independence Day is a moment to reflect on the nation’s progress and renew commitment to its founding ideals. It can be viewed as a time to assess how well the country is living up to the task set by its founders. Similarly, July Fourth can be seen as a day to strive for “liberty and justice for all,” rather than merely celebrating past achievements (PBS).
Historian Jonathan Lande, according to PBS, draws a parallel between today’s protests against systemic racism and Frederick Douglass’s call in 1852 for Americans to confront their inequalities. Both then and now, the challenge is to address the disparities that persist in our society, striving to mend the nation and fulfill its promise for all its people.
As we celebrate this Fourth of July, let us remember the diverse histories and experiences that shape our nation. It is an opportunity to reflect on the principles of “Life, Liberty, and the pursuit of Happiness” and to consider how we can work towards a more inclusive and just society. By acknowledging the complexities and contradictions of our past, we can better understand the present and commit to creating a future that truly upholds the values we celebrate.
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Reflexión sobre historias olvidadas: 4 de julio
A medida que nos acercamos al 4 de julio, día que tradicionalmente se celebra con fuegos artificiales, parrilladas y desfiles, es crucial reflexionar sobre los aspectos más amplios y, a menudo, pasados por alto de la historia estadounidense. Si bien la Declaración de Independencia estableció “que todos los hombres son creados iguales”, las leyes posteriores no se aplicaron ni a los negros, ni a los nativos americanos, ni a las mujeres. Esta contradicción inherente ha dejado un impacto duradero en muchos estadounidenses, lo que ha provocado una contemplación más profunda de lo que realmente significa la independencia.
El 4 de julio a menudo se considera un momento para celebrar la democracia y el “mayor experimento político jamás realizado”. Sin embargo, para muchos, también es un día para cuestionar si el país está cumpliendo para todos la promesa de su fundación. Daisee Francour (Oneida) señala: “El Día de la Independencia, feriado federal de Estados Unidos, conmemora el día en que el Segundo Congreso Continental adoptó por unanimidad la Declaración de Independencia de los Estados Unidos el 4 de julio de 1776. Si bien Estados Unidos y sus colonos proclamaron la independencia de Gran Bretaña, esto conllevó un costo para otros, como los pueblos originarios y los africanos que fueron robados de sus propias tierras y forzados a la esclavitud”.
La búsqueda de la independencia y la posterior expansión de Estados Unidos condujeron al desplazamiento sistemático y al intento de borrado cultural de los pueblos originarios. Eventos como el Sendero de Lágrimas sacaron por la fuerza de sus tierras ancestrales a miles de nativos americanos, provocando una pérdida significativa de vidas y de cultura. Estas expulsiones formaban parte de una estrategia más amplia para asimilar a los pueblos originarios a la sociedad estadounidense, a menudo a expensas de sus prácticas culturales e identidades.
La salud y el bienestar de los aborígenes están estrechamente ligados a las perspectivas relacionales sobre el mundo natural, los alimentos saludables tradicionales y la transmisión de prácticas culturales. La subsistencia no se basa solo de la caza, la pesca y la recolección de alimentos, sino también de la espiritualidad, la gestión y el mantenimiento de una forma de vida. Las prácticas de subsistencia brindan a las generaciones más jóvenes bases sólidas y protectoras en su cultura y promueve el bienestar general (Gordon, Around Him, & Jordan, 2022).
La Ley Federal Indígena, un extenso cuerpo de jurisprudencia, estatutos y políticas, legaliza la colonización y las prácticas genocidas pasadas y presentes. Está directamente relacionado con las disparidades de salud como determinante estructural a través de la terminación de las tribus tal como existieron históricamente, la hiperregulación de los pueblos aborígenes y la ciudadanía, la eliminación de la propiedad indígena y el acceso a las tierras y aguas ancestrales. Abordar el daño causado por la Ley Federal Indígena es esencial para detener el genocidio en curso de los Pueblos Originarios en Estados Unidos (Gordon, Around Him, & Jordan, 2022).
Hasta tanto no se aborde el daño causado por la Ley Federal Indígena, continuará el genocidio de los Pueblos Originarios en los Estados Unidos y sus territorios. Desde 1492 hasta ahora, se estima que 13 millones de aborígenes han muerto en tierras estadounidenses. Raphael Lemkin, quien acuñó el término “genocidio”, lo definió como un plan coordinado de acciones que tiene como objetivo la destrucción de los fundamentos esenciales de la vida de los grupos nacionales, incluida la cultura, el idioma, los sentimientos nacionales, la religión y la existencia económica (Gordon, Around Him, & Jordan, 2022.
Las políticas federales que disminuyen la soberanía y la autodeterminación indígenas crean desigualdades en la salud para los niños, las familias y las comunidades indígenas. La libre determinación es un derecho humano fundamental descrito en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Originarios. Sin ella, no se puede garantizar ningún otro derecho humano (Gordon, Around Him, & Jordan, 2022).
Para algunos, el Día de la Independencia es un momento para reflexionar sobre el progreso de la nación y renovar el compromiso con sus ideales fundacionales. Puede verse como un momento para evaluar qué tan bien está el país respecto de la tarea inicial establecida por sus fundadores. Del mismo modo, el 4 de julio puede verse como un día para luchar por “la libertad y la justicia para todos”, en lugar de simplemente celebrar los logros pasados.
Según PBS, el historiador Jonathan Lande establece un paralelismo entre las protestas de hoy contra el racismo sistémico y el llamamiento de Frederick Douglass de 1852 para que los estadounidenses se enfrentaran a sus desigualdades. Tanto entonces como ahora, el desafío es debatir y abordar las disparidades que persisten en nuestra sociedad, esforzándose por reparar la nación y cumpliendo esa promesa que incluya a toda su gente.
Al celebrar este 4 de julio, recordemos las diversas historias y experiencias que dan forma a nuestra nación. Es una oportunidad para reflexionar sobre los principios de “vida, libertad y búsqueda de la felicidad” y para considerar cómo podemos trabajar por una sociedad más inclusiva y justa. Al reconocer las complejidades y contradicciones de nuestro pasado, podemos comprender mejor el presente y comprometernos a crear un futuro que realmente defienda los valores que celebramos.